Movimientos humanos en peligro de extinción Volumen 4 – Danza y Frontera es un proyecto artístico de investigación que tiene sus raíces en antiguas formas de danza prehispánica que sobrevivieron al encuentro histórico con las danzas utilizadas por la corona española, (Casa Austria / Habsburgo) para llevar a cabo la conquista de México durante el siglo XVI. Como Danzas de Conquista, con recreaciones de las batallas en Europa entre moros y cristianos, estas danzas fueron utilizadas para expandir la diferencia imperial2 ya existente en Europa, hacia la creación de la diferencia colonial tal y como se desarrolló en el continente americano bajo los colonizadores. A los ‘indios’ (población nativa) se les asigna el papel de los moros (musulmanes árabes) en estas danzas, y deben representar su propia derrota en escenas de combate con los españoles. Plasmar esta diferencia a través de la danza, se convierte en una forma de propaganda que da paso a la racialización y al refuerzo de la asumida inferioridad de los nativos en relación con los colonos. En el ‘nuevo’ mundo, estas danzas sobrevivieron hasta hoy con diferentes nombres y bajo narrativas siempre cambiantes. Estas danzas transmitidas a través de varias generaciones se siguen practicando y actualizando hasta el día de hoy, como la Danza de Matamoros o M20. Esta danza es practicada hoy en día por un grupo de jóvenes de Matamoros, Tamaulipas (México) en la frontera entre México y Estados Unidos en un contexto donde la violencia extrema, el narcotráfico, la militarización y las industrias de mano de obra barata se encuentran y entrelazan. Si la raza es una marca que lleva el cuerpo de cierta posición en la Historia (con H mayúscula), entonces desestabilizar la hegemonía de esa Historia es central para el desarrollo de este trabajo que mira la danza ‘tradicional’ como un repertorio de inscripciones donde se entrecruzan muchas narraciones que codifican un movimiento continuo de resistencia. El tema de esta investigación artística es rastrear el origen de la diferencia colonial en las prácticas de la danza en tanto constituidas por movimientos de exclusión e inclusión que implican fronteras líquidas e invisibles además de materiales. Las prácticas de danza han sido espacios de adoctrinamiento colonial, pero también de inversión creativa de las relaciones coloniales, mediante la actuación y la continuidad de las experiencias ancestrales dentro de los contextos coloniales, fortaleciendo las comunidades y creando un sentires compartidos a través de experiencias colectivas.